Ocurrencias
Para escribir poemas y ocurrencias, es muy útil liberar los secretos de los primeros años que son permitidos relatar
Recorrer los ayeres y escarbar los archivos de la memoria, es fundamental, si se quiere armar un escrito, un poema, un cuento o simplemente narrar una experiencia que, por alguna razón puede tener importancia.
A mi personalmente, retroceder hasta mi infancia, me produce muchas sensaciones positivas, simple y llanamente porque fui feliz.
En esos años no pensaba en eso (me refiero a lo de ser feliz), pero todo lo que pasó por mi vida fue bueno y me dio el enorme privilegio de pecar, por ser atrevido, aventurero, un poco irrespetuoso si se quiere, aconductado si por unos buenos fuetazos de mi vieja, que como a las mulas briosas, me obligaron a caminar derecho, sin perder mi rebeldía.
Quise ser líder desde pequeño y sin querer queriendo, lo logré. Quise recitar poemas e inclusive armar algunos y sin querer queriendo, lo logré. Quise ser aventurero, llevando la contraria, cometiendo pilatunas, exasperando a los curas y a los profesores y también a mi madre, que pasaba más tiempo que yo en el colegio, suplicando se me perdonaran los pecados y logrando que me dejaran continuar, previo juramento y promesas mías, de que me seguiría portando bien,y obteniendo buenas notas.
Me involucraba en todos los eventos del colegio y era más o menos hábil en los juegos manuales de la época, como el trompo, las canicas, el yo-yo, los zancos, etc, etc. Por esas razones, mi prontuario fue extenso y cuando ya tenía edad para los pinitos amatorios, me volví enamoradizo y piropero, sin mucho éxito, pero con mucha suspicacia e insistencia. Tanto, que aprendí muy bien el significado del monosílabo NO y le perdí el miedo, porque me volví experto en sobreponerme a los fracasos y en levantarme rapidíto de las caídas que fueron bastante dolorosas y consecutivas. Hoy me río de todo eso y aseguro que, recordar mi niñez y mi primera juventud es una fuente segura para encontrar temas, como este que escribo hoy, para refrendar la frase que encabeza la perorata.
Tuvimos en casa algunas carencias, pero nunca nos faltó lo esencial, gracias a la grandeza de nuestra madre que nos crío sola y con una voluntad tan férrea, que sería injusto si no le achaco mi felicidad de entonces a esa cuna y a tantos cuidados suyos que nos formaron inclusive, como amantes furibundos de la buena música, de la mejor lectura y del comportamiento honesto que hoy nos califica y nos autoriza a escribir líneas atrevidas y llenas de inmodestia.
Como esta.
Hasta pronto.
El Abelito de la Tienda. Martes 14 de febrero de 2017